domingo, 26 de agosto de 2007

COMO HACER PARA JUGAR MAL SIN MUCHO ESFUERZO



En un mal día de juego, muchos atribuyen un deficiente resultado a las atribuciones exteriores con las que se enfrentaron; la cancha, factores climáticos, compañeros de juego, aburrimiento, demora, etc. Podríamos definir una multitud de pretextos por los cuales nos autoexcusamos diciendo jugué mal, terminando enojados y de mal humor.
Por supuesto que todos podemos jugar mal, a veces realmente existen condiciones que no nos permiten demostrar lo mejor de nuestras habilidades, y momentos donde la cancha no nos premia ningún buen tiro.
Pero la mayoría de las veces, el resultado va acorde a la cantidad de cosas que nos decimos en un incesante dialogo interno y explosiones externas, apoyadas por imágenes mentales que fortalecen lo que nos estamos diciendo y poniéndolo en practica.
Muy bien, diría yo. Estas cumpliendo lo que tu mente te esta diciendo y lo estas haciendo. Pero porque no haces un cambio y en lugar de negativo, pensás en positivo.
La autoconversación, quien no la conoce ¿no?, son todos los pensamientos que se tienen en la cancha, desde la primera jugada, y que se van incrementando a medida que el tiempo va pasando, hasta terminar el partido.
Como primer factor surge la desconfianza, la que da paso a que establezcamos un dialogo interno con esa otra parte de nosotros mismos, que es nuestro rival interior. Esa parte que es molesta, ruidosa, perfeccionista, criticona, y que si la dejamos, siempre esta lista para entrometerse en nuestro juego, y hacernos dudar en cada tiro.
Cundo jugamos confiados, estamos mas relajados, optimistas, nos damos oportunidad de hacer el tiro que queremos realizar y que fue procesado con claridad previamente en la mente.
Es imposible jugar un deporte sin experimentar el fracaso una y otra vez. Como decía Michael Jordan en su libro Canastas Sagradas, “he fracaso una y otra vez en mi vida, y por eso he triunfado”. Conseguir éxito en cualquier tarea implica correr riegos, enfrentar desafíos y fracasos. Dar un paso de lo conocido a lo desconocido, pero sin quedarse en el por mucho tiempo. El éxito de Jordan no hubiera sido posible si no hubiera superado las caídas, las decepciones y los fracasos, pero siguió luchando por su meta. Para llegar hay que sufrir, golpearse, aprender, levantarse, seguir. El deporte, lo mismo que la vida, es sacrificio y el que no lo entienda así no podrá disfrutar el sabor del éxito.
A veces un mal inicio en un torneo o un partido puede presagiar el final de la prueba. Cuantos jugadores ya decaen en los primeros minutos, cuando se encentran torpes en alguna jugada. ¿Dónde quedo el espíritu de lucha? ¿Dónde está el esfuerzo?
A veces la confianza puede desaparecer por arte de magia. A veces, en un torneo, errar varios pases, lleva a jugadores a meses a poder reconstruir su confianza en el toque con la bocha
“Siempre se consigue lo que se piensa” es un dicho muy cierto en el deporte. De acuerdo a muestra manera de pensar así será el resultado de la acción. Si antes de ejecutar un tiro tenemos la expectativa de que vamos a fallar, como vamos a desarrollar confianza en nosotros mismos, si nos estamos criticando y recordando cosas negativas. ¡No tiene sentido!
En psicología, el concepto de obtener lo que pensamos es llamado “la profecía autocumplida”, ya que de tanto decirlo, al final lo cumplimos. En ella se pone en juego nuestra autoestima, nuestra manera de calificarnos y relacionarnos con el mundo exterior.
Según la profecía autocumplida, cuando uno se repite y piensa mucho en algo... ese algo termina siendo real hasta convencernos de ello.
Las imágenes mentales negativas, aumentan la ansiedad y nos programan para el fracaso. Hay un fino hilo que se corta, y la confianza se transforma en miedo, duda, estrés, ansiedad, fracaso.
Si dejamos volar nuestra imaginación caeremos en un bola de pensamientos donde unos iran alimentado a los sucesivos. Ahí está nuestra capacidad de poder detener esas imágenes por medio de frases disparadoras de confianza.
El jugador de hockey tiene conocimiento en lo que debe hacer. Se pasa horas en la cancha de práctica, entrenando, aprendiendo técnicas, etc., pero a la hora de jugar, se olvida de todo.
El deportista natural no ensaya, juega, usa la cabeza, sabe como hablarse, darse ánimo. Cuando juega deja que el palo pegue solo, se divierte.
En el deporte, igual que en la vida, uno se desarrolla según su exigencia. Para ello necesitamos motivación, la cual debe tener un sentido relacionado a nuestros valores. Tenemos que exigirnos constantemente. Luego de intentar varias veces, nos vamos haciendo fuertes ante la frustración, la cual es una comprensión intuitiva de la realidad.
Si hay un propósito haremos todos los días lo mismo, tirando en la misma dirección. Según donde focalizemos la energía y nuestro pensamiento allí estaremos.
Decidan con sus valores, escriban su propia filosofía, su credo, no se cansen a sí mismos con la misma historia, terminen su historia y su partido de otra manera, cambiando los mensajes y explotando todo su potencial. Esto nos da pie para poder terminar el artículo cambiando su titulo: para poder llegar a jugar bien y sin mucho esfuerzo.

lic Julia Iguña

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